jueves, 2 de abril de 2015

Morir de Libros - Miguel Ángel Mala

¡Hola! Hace tiempo que no subía nada. Con el tema del comienzo de clases y todo, no he tenido mucho tiempo libre. Pero ahora que comenzó la semana de turismo/semana santa/semana de pascua tengo más tiempo para escribir, así que les vengo con la reseña de Morir de Libros, por el español Miguel Ángel Mala.

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¿Te podés imaginar que pasaría si los libros fueran seres vivos? ¿Y si propagaran enfermedades? ¿Y si su uso fuera visto como algo degradante y solo digno de las peores escorias de la sociedad?

Ese es el mundo que nos propone el español Miguel Ángel Mala. En él, o más específicamente en el país de Inlandia, la lectura es vista como una adicción peligrosa y que ha de ser tratada en centros de desintoxicación como si de una droga se tratara.
Nos topamos entonces con Miguel Ocaña, el presidente de la diputación de una ciudad de Inlandia. Miguel es el arquetipo de político corrupto, falso, interesado, mentiroso y hambriento de poder.


Un día, Miguel se da cuenta de que un libro comienza a crecer en su zapato. Sí, a crecer en su zapato. Como ya mencioné, los libros son seres vivos y se reproducen mediante esporas que crecen en lugares húmedos y oscuros... como la suela de un zapato. El libro en cuestión es Rebelión en la granja, de George Orwell. Miguel arranca el libro de su zapato como si fuera un hongo molesto, pero cuando se dispone a tirarlo, le echa un vistazo a sus páginas para ver más o menos de que se trata.

Aunque le cuesta un poco ver la letra, pues es muy pequeña (el libro apenas se estaba desarrollando cuando lo arrancó), el diputado pronto se siente atrapado por la trama de esta famosa sátira, pero una vez que la termina siente una gran culpa por haber leído y, aún más, por haberle gustado. Pero ya no hay vuelta atrás: Miguel ya ha probado el efecto de los libros en uno, y no está dispuesto a dejarlos ir. 

Comienza entonces el protagonista de esta historia a "cultivar" libros de manera clandestina (al mejor estilo Breaking Bad) y a consumirlos en secreto. Tiene una especie de "generador de libros" (gel de baño) oculto en una maceta en su oficina, pero pronto, en lugares oscuros como detrás de los cuadros o debajo de los sillones empiezan a extenderse las esporas amenazando con hacer público su vergonzoso secreto. 

A lo largo de Morir de Libros, Miguel Ocaña pasará por una odisea para lograr que nadie sepa de su adicción y por el otro lado poder gozar de ella, llegando a conocer a otros bibliófilos reuniéndose con ellos en oscuros y abandonados lugares conocidos como bibliotecas, intentando desintoxicarse escuchando música industrial y bebiendo dosis exageradas de alcohol (como le recomiendan los médicos) sólo para terminar sufriendo de abstinencia e incluso llega a plantearse huir del país cuando comienza a ser considerado un criminal por las autoridades. 

En esta novela cómica, disparatada y surrealista aprenderemos, como dice el mismísimo señor Ocaña que "nada escapa de la lógica narrativa".

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Qué decir de Morir de Libros... es un libro muy corto que cuenta demasiado. No me dan las palabras para definir lo bien escrito que está. Nunca me había reído tanto con un libro como lo he hecho con éste y mis risas no se debieron a que las situaciones fueran graciosas en sí, o que algún personaje tuviera una predilección por contar chistes, sino porque las cosas que pasaban eran... surrealistas, totalmente inimaginables y absurdas. La idea de una sociedad como la descrita en la obra de Miguel Ángel Mala me causa mucha gracia, es como una distopía pero llevada a un extremo tan extremo (valga la redundancia) que lo único que uno puede hacer es reír. 

También hay cosas que son muy interesantes como por ejemplo, las enfermedades de los libros: Los libros causan enfermedades relacionadas con su trama o género (uno de los motivos por los que son odiados por la sociedad). Así es como existe un personaje que por leer Moby Dick desarrolló un espiráculo en su cabeza, hay otro que por leer Peter Pan en su niñez simplemente dejó de crecer. 
No hay que olvidar otro elementos como las personas encerradas en libros y al pequeño ratón que por comer una obra de Dostoievsky creía que él mismo era el escritor ruso. 

Si aman tanto la literatura como yo y tienen ganas de reírse y reflexionar sobre la estupidez humana (yo al menos lo hice) háganse un favor y lean esta obra tan genial.

Como nota final, voy a comentar que con Morir de Libros comencé a poner post-its en partes del libro que me gustaron especialmente, cosa que siempre había visto hacer pero que nunca había hecho yo mismo. 

Nos vemos en otra entrada :D 


Emiliano Sánchez




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