lunes, 10 de diciembre de 2012

Cuento: La pequeña vendedora de fósforos

Hola, les voy a presentar un cuento llamado "La pequeña vendedora de fósforos" escrito por Hans Christian Andersen en 1845. Es una historia muy triste que leí hace tiempo, espero que les guste:

Hacía mucho frío, Caía la nieve y la noche estaba llegando. Era la noche de Navidad. En medio del frío y la oscuridad, una pobre niña pasó por la calle con la cabeza y los pies desnudos.

La niña caminaba, pues, descalza, y tenía los pies azules del frío; llevaba en el delantal, que era muy viejo, algunas cajas de cerillas y tenía a la mano una de ellas como muestra. Era un mal día: Ningún comprador se había presentado y, por ello, la niña no había ganado ni un céntimo. Tenía mucha hambre, mucho frío y un aspecto miserable. Los copos de nieve se ponían sobre sus largos cabellos rubios. Veía relucir las luces a través de las ventanas; el olor de los asados se sentía por todos lados. Era el día de navidad y en esta festividad pensaba la infeliz niña.

Se sentó en una plaza, y se acurrucó en un rincón entre dos casas. El frío se apoderaba de ella y entumecía sus miembros; pero no se atrevía a presentarse en su casa; volvía con todas las cerillas y ni una sola moneda. Su madrastra la maltrataría y, además, en su casa también hacía mucho frío. Vivían bajo el tejado y el viento soplaba allí con furia. Sus manecitas estaban casi muertas de frío. ¡Cuanto placer le causaría calentarse con una cerilla! Si se atreviese a sacar una sola de la caja, a rasgarla contra la pared y a calentarse los dedos! Sacó una. Ritx! Cómo iluminaba y cómo quemaba! Desprendía una llama clara como la de una vela cuando la rodeó con su mano. Creía la niña que estaba sentada en una gran chimenea de hierro, cubierta con una capa de latón reluciente.

Pero todo acaba en este mundo. La niña extendió sus pies para calentarlos también; pero la llama se apagó: Ya no le quedaba a la niña más que un trocito de cerilla. Rascó otro, que quemó y brilló como la primera vez; y allá donde la luz cayó sobre la pared se hizo tan transparente como una gasa. A la niña le pareció ver una habitación en la que la mesa estaba cubierta por un manto blanco con finas porcelanas, y sobre el que un pavo asado exhalaba un perfume delicioso. De repente tuvo la ilusión que el ave saltaba de su plato sobre el pavimento con el tenedor y el cuchillo pintiparado en el pecho, y rodaba hasta llegar a sus piececitos. Pero la segunda cerilla se apagó y no vio delante suyo más que la pared impenetrable y fría.

Encendió otra cerilla. Entonces creyó verse sentada cerca de un magnífico árbol:era más lindo y más grande que todos los que había visto en aquellos días en las vidrieras de los más ricos comercios. Mil luces brillaban en èl La niña, boquiabierta, levantó entonces las dos manos y la cerilla se apagó. Todas las luces del árbol se elevaron y comprendió entonces que no eran más que estrellas. Una de ellas dejó una estela de fuego al cielo.

- Alguien va a morir - pensó la niña; porque su abuela, que era el única que había sido buena con ella, pero que ya no existía, le había dicho muchas veces : "Cuando cae una estrella, se ve que una alma sube hasta el trono de Dios".
Rozó la niña otra cerilla a la pared, y creyó ver una gran luz, en medio de la que estaba su abuela de pie y con un aspecto sublime y radiante.

- Abuela! - gritó la niña - Llévame contigo! Cuando se apagué la cerilla sé muy bien que ya no te veré más! Desaparecerás como la chimenea, como el ave asada y como el bonito árbol!

Después se atrevió a rozar el resto de la caja, por que quería conservar la ilusión de que veía a su abuela, y las cerillas dejaron ir una claridad muy intensa. Nunca la abuela le había parecido tan grande ni tan bonita. Cogió la niña por debajo del brazo y las dos se elevaron en medio de la luz hasta un lugar tan elevado, que allá no hacía frío, ni se pasaba hambre: hasta el trono de Dios.

Cuando llegó el nuevo día seguía la niña sentada entre las dos casas, con las mejillas rojas y un sonrisa en los labios. Muerta, muerta de frío en la noche de Navidad.


Acá les dejo un cortometraje hecho por Disney en el 2006. Sus diferencias con el cuento son muy leves y no tiene diálogos. El único recurso sonoro es una música de fondo. 



Por: Emiliano Sánchez

1 comentario:

  1. la mayoría de los cuentos son tristes, no se porque motivo, porque partimos de la base de que estan escritos para niños, por lo que, deberían ser alegres,optimistas,etc,etc, sin embargo, dale que te dale con los niños huérfanos, las malas madrastras, las brujas que andan al acecho, las navidades en soledad y pobreza y la lista es larga,en fin...igual, en mi niñez me los leí a todos...y sobreviví!!!jajajaa.
    beso grande para mi sobrino adorado y para todo el grupo que ha llevado este blog en forma espectacular. Que papá Noel les traiga muuuuchos regalitos...si es que en el liceo les fue bien, y si no...tambien!!jaja

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