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Es el cumpleaños de Jack Polovsky y él está deprimido. Con sus dieciocho años recién estrenados, no sabe que hacer con su vida. Su novia lo dejó, su mejor amigo se alistó en el ejército por lo que ya nunca lo ve y por Facebook lo saludan un montón de personas que ni conoce.
Jack piensa incluso en suicidarse cuando recibe una llamada telefónica de su ex-novia Jess, quien está embarazada (cosa que él ya sabía). Ella acaba de tener al bebé y quiere que él esté ahí. Si bien su ruptura no había sido en los mejores términos (hubieron lanzamientos de sillas de por medio) Jack se presenta al hospital y ve a su hijo, un hijo que él no quiso tener y que va a ser dado en adopción a una pareja que Jess eligió.
Cuando Jack ve a su bebé (y se da cuenta de que heredó su nariz) se da cuenta de que no puede simplemente entregarlo a una familia desconocida. Antes debe hacer algo por él: Debe ir con el bebé a visitar a su abuela Bob, que tiene Alzheimer y que vive en otro estado.
Él está en una habitación de hospital con su bebé mientras que en la habitación de al lado está la pareja de padres adoptivos esperando. Se le ocurre entonces lo más sensato: secuestrar al bebé.
Toma al niño en brazos y se sube a un taxi con él. Al enterarse de que lo sigue la policía, le pide a su mejor amigo Tommy (el del ejército) que lo ayude con su plan de presentarle el pequeño Sócrates (el nombre que Jack decidió para el bebé) a su abuela que vive en otro estado. Tommy acepta, y a su viaje se termina uniendo la madre de Sócrates, Jess.
Los tres harán entonces un viaje por carretera a través de los más pintorescos pueblos y conocerán a las más pintorescas personas, como una pareja de ancianos con escopetas o un indigente que afirma que todos somos nebulosas. Durante este viaje el lector será testigo de una cantidad de conversaciones que Jack mantiene con Sócrates en su mente, imaginando las respuestas del niño.
Las conversaciones que "tendrán" serán sobre los grandes problemas de la vida y el universo, pues Jack es un gran aficionado a la filosofía (con ver el nombre que le puso a su hijo creo que es suficiente prueba).
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Debo decir que el libro me gustó mucho, fue una gran manera de terminar con el 2014. Creo que uno de los motivos por los cuales me gustó es que me recuerda un poco a Mi espectacular ahora. Como dije en la reseña de aquel libro, me encantan las reflexiones filosóficas que se dan en el libro, y en este, Jack filosofa con su bebé de un día de vida sobre los límites del universo, la finitud de la vida, Platón y Troya.
Pero poniendo los momentos filosóficos, es una novela entretenida y tierna que explora la relación de los padres con sus hijos y recomiendo a cualquiera que busque una novela que, si bien no tenga grandes dosis de aventura o acción te va a divertir, te va a llegar y te va a hacer pensar, como suelen hacer los últimos libros de la editorial Nube de Tinta.
Emiliano Sánchez
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